domingo, 27 de junio de 2010

SEMBLANZA A CINTHYA ZAPATA BARRANTES


Cuando le indicaron que tendría que presentar la semblanza de Cinthya (Cintia/Cinthia/Cynthia) Zapata Barrantes de quien conoce poco o nada se le ocurrió que para empezar resolvería su nombre, cuyo significado es para ciertos autores el apodo de una diosa griega de la luna y la caza que vive en la colina de Kynthos y que para otros románticos es la amante del poeta Sexto Propercio, (poeta lírico latino) cuyo nombre real es Hostia, mujer bella e inteligente que también escribía versos. En fin.

Cinthya para él inspira, como muy pocas personas, inteligencia y confianza a primera vista. Algo debió de suceder aquel 15 de diciembre de 1992 en donde la luz vio tamaños ojos verdes que en ese momento no se confirmaron, pero que ahora se les da la afirmación de que color mas limpio solo la naturaleza, entonces el buscó en las efemérides para tener mas referencias y se dio con la maravilla de que en alguna parte de Quivilca, la de Vallejo, llovieron buganvilias y jacarandas todas moradas y tostadas por la primavera de diciembre de aquella quincena que pocos recuerdan. Aunque creo que le hubiesen gustado girasoles, asumo esto por la foto que encontré publicada en uno de esos medios donde conglomeran las redes sociales, aparece con una sonrisa a media felicidad y el cabello mas limpio y suave que se puede interpretar de una foto, muy mal tomada por cierto pues no se aprovecha el beneficio del color del día.

Gracias a Luis Zapata Rodríguez y ha Martha Barrantes Mejía provenientes de Piura y Cajamarca respectivamente, que como muchas familias y como la de él, vinieron a buscar esa prosperidad limeña, se conocieron se amaron y se casaron y de tan virtuoso acto tuvieron 4 hijos. Cinthya es la última de los hermanos.

Cinthya tuvo sus primeros años escolares en el colegio inicial “Roberto Mac Lean” y ya desde los 4 años demostraría diferentes habilidades histriónicas como la de danzar y la de recitar para las presentaciones que ameritan las fechas cívicas, este tipo de actividades marcarían de cuajo la personalidad de una mujer responsable, comprometida y dedicada al mundo de los escenarios escolares.

En la época primorosa de la primaria escolar desde el año 1999 hasta el 2004 en el colegio “P.M.N.P. 3007”, Cinthya más que nunca histriónica demostraría con total desparpajo que no hay otra igual para los reflectores que proveen los días soleados, presentándose en cuanto recital disponible o concurso se trate, tomando las riendas de cualquier tipo de danza para hacer de ella misma una picaflor que va de canción en canción.

Las mujeres: las más amadas e independientes, crearon un colegio sólo para mujeres, el “Mercedes Cabello de Carbonera”; de quien se dice que fue escritora, periodista y feminista. En esta ex­-iglesia en los años de la república, que estaría marcada por una serie de gobiernos militares y civiles; sus claustros, salas y celdas sirvieron como cárcel para mujeres, pero eso no le importaría. Cinthya cursó la secundaria en este recinto ubicado en el Centro de Lima, en el distrito de Barrios Altos en donde por los años 2005 hasta el 2009 quedarían marcados los lazos puros e intangibles de la camaradería, “la mejor de las mejores amigas” con quien compartió esa afección por las danzas, ya conocida desde las primeras cuerdas místicas que a falta de chamanes para el trance, seria verla dar giros por el arcoíris de sus faldas y lentejuelas chaposas.

La mejor de las mejores amigas para el arte paciente del corte y la confección y modelos de las mismas. La música que muy pocos comparten y muy pocos la hacen, ha sido manifestada en los metálicos rectángulos sonoros del xilofón y en el cuerpo plástico de las nuevas flautas que aprendió por convicción. Fue la virgen María para la obra teatral “El nacimiento de Jesús” para el que, con paciencia y dedicación logró ser seleccionada.

En el último año escolar, la promoción de alumnas viajo al Cuzco conocida por algunos como la “Roma de América”, es sabido que es imposible no quedarse parado y no terminar de observar todo, ha él sólo le queda imaginar a través de las fotos como es sentir el olor de esa parte de la sierra porque el olor que si reconoce es el de Huaraz al que ha ido incontables veces lo cual no importa porque no es su semblanza.

Acabó el año escolar y las despedidas mas explicitas no son de esperarse, los recuerdos mas inefables, los abrazos y los buenos deseos son siempre buenos vengan de donde vengan.

Ahora ya tiene 17 años, 17 girasoles, 17 amarillitos, amarillando flores de retama. Postulo a la universidad del hombre que nunca perdió su identidad en "la ciudad de las luces" y que hasta el día de hoy recuerda a su dulce Rita de junco y capulí. La carrera profesional Ciencias de la Comunicación será participe de la ultima etapa de su formación, la profesión donde el pánico escénico no tiene presentación ni ponencia, en donde el que no sabe callar es porque nunca aprendió a escuchar y en donde la mejor manera de resolver una duda es preguntando al profesor. Que bonita carrera escogieron y que interesante manera de conocerse.

Ya sea una diosa griega, una romántica amante de poetas, una danzarina escolar o una estudiante de Ciencias de la Comunicación, no dejara de ser la misma flaquita, simpática, sencilla, de ojos verdes y que sobre todo, no dejara de ser tan humilde como cuando él le pregunto a través de un correo electrónico que de que color son sus ojos y ella le responde “Iván, esta pregunta no se como responderte, ya que algunas personas me dicen que son de color verdes y otros dicen de color marrones claros.”

SU MARTES (PERCEPCION DIURNA)


Inevitable; justamente hoy tenia que salir el sol, igual que ayer, antes de ayer y los días pasados. En donde estarás Otoño y tus esqueléticos adornos fusilados por el viento, que dejan caer millones de casquillos por los suelos todos de un color verde triste y se te extraña y ahora más se te reclama. El salón ya estaba completo pero faltaban algunas voces y algunos otros que conocí por haber cruzado con ellos alguna mirada coqueta, graciosa o maliciosa. Los asientos de atrás siempre se quedan vacíos pero hoy no, hoy ha sucedido algo y hay menos espacio, aquí esta aconteciendo algo; llegue casi puntual, casi tarde y tome asiento en la más disponible. Gonzalo, el profesor, quien dijo que lo podemos llamar así, esta apunto de empezar la clase y tengo que estar atento.

Iván era la tercera persona que llega tarde y que interrumpe la clase, se va al final del salón buscando un lugar y sigue quitando la atención, musita apenas una lisura, me mira y me saluda, le digo que tiene ir al 606 ha traer carpetas porque ya no hay, deja su mochila en el suelo y quiere salir por la puerta de atrás, hace bulla y distrae, algunos lo miran y al no poder abrirla tiene que cruzar nuevamente el salón, ya perdimos el camino que señalaba Gonzalo en su clase; se nota a Iván avergonzado: tiene la mirada pegada al suelo, casi realmente pegada al suelo y algo jorobado, le indica algo al profesor apenas y se retira. Su reflejo al cruzar se pronuncia por las lunas de la puerta de atrás, creo que dijo puta madre he hizo un movimiento con los brazos, es fácil identificar una lisura en estos tiempos además hasta para insultar hay que ser inteligente y discreto.

Su mochila esta parchada y por algunos lados rota, parece provenir de alguna pelea encarnizada con algunos millones de tipos todos armados con espadas y el defendiéndose con su mochila; parece que trae consigo muchas cosas, en realidad los cuadernos nunca ocuparon tanto espacio, tenia ganas de abrir no solo esa mochila, si no todas las mochilas y ver que cosas traen, yo no traigo mucho pero que mas da, a quien le puede interesar si traigo un arma o no. El profesor sigue explicando acerca del trabajo anterior pero yo he perdido la ilación de su clase en estos momentos.

El profesor hace un gesto con la mano invitando a pasar, que como otras veces ha vuelto a llegar tarde pero ahora trae su carpeta. Iván deja la carpeta adelante y ahora viene: con las mismas zapatillas negras con blanco, el pantalón clásico ceñido por no decir pegado al cuerpo y una sudadera verde con una camisa a cuadros encima; agarra su mochila y hay va otra vez con ella, distrayendo, toma asiento, apoya la quijada sobre la palma de la mano y que esta a su vez, apoya el codo sobre la carpeta.

El profesor retoma su clase concienzuda, y todo nuevamente adquiere un orden tácito y falso porque aun se perciben susurros y mensajes secretos muy mal redactados por cierto, ya me tocara recibir alguno de esos mensajes y bajo la palmada los hombros mozos y al borde de una mirada, un gesto cómplice. Gonzalo da unas indicaciones para la otra parte de la clase y nos da la orden de que nos podemos retirar al refrigerio. Iván se le acerca, le hace una pregunta, mueve las manos y se retira. Pierdo su ubicación entre mochilas y cabezas, todas las cabezas se dispersan y se forma un barullo tremendo en los pasillos de este sexto piso, chicos y chicas de todas las edades, bajos y altos, flacos y gordos pero todos tenemos algo importante, algo distinto, algo que ahora no me importa.

El ascensor esta lleno, tomo las escaleras hay mucha gente que baja y sube a la vez, a mi lado esta Iván, me dice que llegó tarde y que por poco y no viene; no creo que se halla percatado pero todos nos dimos cuenta de que llego tarde, no le contesto solo lo miro y asiento con la cabeza y hago una sonrisa media forzada para confirmar que lo estoy escuchando, en verdad no quería conversar con nadie pero no importa, se queda callado y no porque quisiera, las escaleras se empiezan a llenar y no se puede conversar o mejor dicho el no puede seguir conversando.

En el primer piso mientras caminamos, me dice que las motos son un mal necesario te cobran lo que a su irrazonable criterio le venga en gana, y me comento de una señora, que no era señora si no señorita y una muy bonita y que no era físicamente inteligente, aunque no lo pudo probar y que al final no le intereso porque se le hacia tarde, además que no iba hacer nada por no saber que decir en ese tipo de situaciones.

Mi mama se ha molestado me dice. Tomar un vaso de lo que sea no toma mucho tiempo, es solo cuestión de segundos, que no se descuide porque el desayuno es la piedra angular de toda buena alimentación, el almuerzo las columnas de estos cimentos y la cena el descanso para el conocimiento.

Da un bostezo profuso que trata de mitigar con la palma de la mano, más que para apaciguar es para taparlo, no es agradable ver como abres la boca y muestras como se te ven los dientes, no es agradable ni ético.

Tiene puesto una ropa que en verdad no combina yo creo que no tiene interés en verse bien: zapatillas negras con el borde blanco, un jean negro, una camisa a cuadros color roja o algo así y dentro un polo verde. Los especialistas en el buen vestir dicen que por lo menos se debe de llevar 3 colores como máximo, le digo. El se mira, se ríe y me dice “a mi no me ha importado como me veo, al final lo que aprenden los demás es como pienso y eso es lo que más me interesa”. “Sí, tienes razón”, le respondo “al final lo que prevalece son las ideas”. Y se vuelve a reír.

Todo el mundo se toma en serio su refrigerio, tanto así que es imperdonable el que no se les deje salir, me comenta, me gustaría que algún día, algún profesor y Gonzalo digan “hoy no habrá refrigerio”, pero tanto los estudiantes como los profesores necesitan un tiempo, yo creo que es mucho pedir le respondo.

Son dos mototaxis a las que tiene que subir para llegar a su casa, luego al trabajo y en la noche ha hacer algo de tarea; “a mi me parece loable eso de trabajar y estudiar”, le digo. “A mi no, yo creo que cualquiera lo puede hacer, no somos diferentes”. “En mi caso”, me dice, “yo solamente lo hago y no planeo mucho lo que quiero hacer, si quiero hacer mis tareas hasta tarde las hago a pesar de que al día siguiente me tenga que levantar temprano y ese ritmo me gusta, no se, solo me dejo llevar”. “Es como una canción sin letra, porque en este caso tú le pones el ritmo de que como quieres que sucedan las cosas, y la letra es lo que vas haciendo durante el día o lo que empiezas a hacer”, y luego termina riéndose y yo no se, si es de lo que dice, pero me deja pensado, parece mentira encontrar ese tipo de expresiones, pero al fin y al cabo me da igual porque yo no trabajo.

No me había dado cuenta pero el sol ya esta sobre nosotros y nos traga. Enormes lentes negros son la onda retro de los 60´s y todos parecen tener la misma cara sumergida en esos oscuros ventanales. Parece ser que el Otoño no sabe cuando llegar; “hoy casi salgo de caso con una chompa puesta”, me dice, “ya sabia que era mentira todo esto desde que me levante, pero en el momento menos esperado y como de explosión nos sorprenderá una lluvia apenas y obligada a caer sobre nuestras calientes cabezas”. Levanta la cabeza y sus ojos, como los míos, como los de cualquiera no soportan tremendo ataque luminoso. “Me encanta como decoran los humores que botan las fábricas que nos rodean, los tornillos de polvo frente a nuestros ojos, las sonatas de los cláxones que pululan por cualquier extremo y el delicado romance que tienen los amigos para bromearse”, y vuelve a reír.

“Mañana también pienso llegar tarde, me dice, pero espero levantarme temprano como cada día que deseo levantarme temprano, pero se que hoy me acostaré tarde porque siempre lo hago, y me es inevitable no querer dormir, pero pienso que tengo terminar lo que hago y me detengo y ya no tengo sueño”. Se levanta y me dice que el profesor esta cerca y lo señala para que me de cuenta y que no es una broma. “Vámonos”, me dice.

“No vienes”, me mira esperando una respuesta, “¡no vienes!”, me vuelve a decir buenamente y desde lejos, no le hago caso, y le digo que ya vengo, no se porque pero creo que se dio cuenta, no fui predecible, pero sigo sin entender; porque me fui y ya no regrese y el solo me atino a decir !te veo mañana, puntual!.

MI MARTES (RUTINA DIURNA)


“Tienes que levantarte”, me dice mientras me despierto, “¡levántate!”, escucho que grita y que retumba en mis oídos, “¡ya es tarde!”, me vuelven a decir a la cabeza con esa canción que solo mi mamita linda sabe entonar, levántate me grita desde afuera, ya me levante respondo, pero es mentira; sigo acostado boca abajo y busco el celular tanteando por las almohadas; !te encontré¡ y te odio por no haberme despertado, miro a la pared y el reloj con sus manitas lánguidas que no dejan de señalarme. Son las 7:00am. Lisuras me salen, me pongo las sandalias, me tomo el tiempo y prendo la radio, agarro la toalla, y mi hermano me mira y sonríe mientras cierra la puerta del baño, más lisuras, entro a mi habitación y espero. A mí y a mi cuerpo no nos gusta utilizar el baño de este segundo piso porque no tiene agua caliente. Espero. La radio transmite para mi suerte una vieja canción de las Piedras Rodantes "let's spend the night together", no me queda otra que cantar; bajo las escaleras y me paro frente a la puerta del baño, sigo esperando. Apúrate le digo a mi hermano; mi mamita linda sale de su cuarto, te estoy llamando desde hace rato no escuchas; buenos días mamita y le beso la frente; mi hermano sale, me meto lo mas rápido y salgo lo mas rápido, bueno no tan rápido, pero así de rápido me baño tratando de no obviar detalles.

Salgo con la toalla a la cintura, subo las escaleras y planeo que ropa me voy a poner, que por lo general es lo primero que encuentro: el jean de las mil batallas, las zapatillas viejas y una sudadera. A veces trato de combinar lo que me pongo pero me parece una perdida de tiempo.

Bajé las escaleras, y en la mesa un vaso me espera, un vaso de yogurt, mi desayuno para este tiempo que pierdo, menos mal que es una batalla que estoy perdiendo y no la guerra. Mi mamá se me acerca y me dice tómatelo que estas flaco, te vas a enfermar. Mamita linda yo ya sé lo que quieres decir y tu sabes lo que yo quiero decir, aquí no hay más palabras que las que no se dicen y que sólo sabemos tu y yo cuando no las decimos. Mamita linda de tus palabras todo, hasta las mal pronunciadas. Mamita linda no puedo, se me hace tarde; se sentó en una silla cerca a la mesa y me mira frunciendo el ceño, le beso la frente y chao mamá; llego mas tarde para almorzar. Para esta puerta cuantas lisuras tengo que pronunciar para que se arregle y se pueda cerrar bien, portazo fuerte, portazo y portentoso, por poco y la luna se revienta en infinitas esquirlas brillantes.

Nublado y lo que vendría a vaticinar un buen día, me inspira; al fin este escándalo de calor con cara de palo se terminó y sería propicio que sople un poco por acá y unas gotas apenas por acá también. Cielo gris, cielo sucio, el cielo Londinense no se compara a esta tristeza de ver morir cada mañana a este burro que se queda patas arriba sobre nuestras cabezas.

La moto se detiene, “hasta la avenida”, una cuadra después sube una señora y luego un escolar, la moto se detiene a medio camino y se baja el niño, el mototaxista busca y rebusca y ya no sabe por donde mas buscar algo de sencillo para el bendito niño que se le ocurre pagar con una moneda que cuadriplica el valor normal de este pasaje, tranquilo Iván, roguemos por la impuntualidad del profesor y por las avenidas con su asfalto mal terminado, por las maromas de nuestros hermanos sacrificados que cruzan sin antes haber visto y porque a esta moto le salgan alas y me lleve volando. La señora se baja junto conmigo y al educado mototaxista se le ocurre cobrarle primero a ella. La señora que abre el bolso, que juega haciendo sonar los embases de plástico de sus cosméticos, ¿y la billetera señora? ¿ y las monedas donde las mete?, ¡señora!, ¡rápido!; pagó moneda por moneda, ¡moneda por moneda! y yo queriendo que la tierra me trague y luego me escupa para con ese impulso llegar a la universidad puntual.

Dos cuadras a la derecha y en el medio de éstas el puente que por ahorrar tiempo no pienso utilizar, o que por querer ahorrarme pensamientos que me permitan reflexionar cruzo la avenida sin antes pensar en mi seguridad. Error garrafal que cometieron muchos estúpidos por querer ser más rápidos que la velocidad automotriz. Preferí ser estúpido y cruce con alevosía y premeditación, acompañado por otros estúpidos que sólo siguen al más sacrificado.

Otra moto; una señora y un niño sentado sobre sus piernas por el flanco derecho y un escolar con galones marciales sobre sus hombros púberes por el flanco izquierdo y yo totalmente al descubierto: no tenía trinchera, ni camuflaje, ni balas de salva siquiera, ni casco, ni escopeta de pólvora o de agua, solo mi mochila vieja y parchada. Estamos perdiendo acorazado Potemkin no podemos con esta revolución. La suerte no existe pero llegamos sin habernos detenido en el camino, llegué sin desearles insultos mentales, pero me cobro segundo el muy gaznápiro y con mayor razón porque la señora no era tan señora: cabello suelto húmeda, ojos claros, limpios y pálidos, delgada y un poco alta, y el traje le queda muy ceñido y perfecto, deja muy en claro sus atributos naturales; perdóname pero ésta vez no me va a importar quien diablos eres o de donde has salido.

Vámonos piernas que podemos llegar. Literalmente corro, pero lo que mejor se hacer es dar pasos largos; pronuncio algo entre labios que no recuerdo, imagino que han de ser mas lisuras. Saco mi billetera, le enseño el carnet de estudiante. Me gusta este camino de rectángulos muy bien ubicados; mi reflejo en las lunas de un salón y siento como me desespero cada vez que estoy cerca.

El ascensor: formarme en la cola o no, ese es el dilema. Un, dos, tres, hasta el sexto piso y no es por nada pero siempre veo a la misma gente haciendo la misma cola, juraría, a la misma hora y en las veces que he llegado temprano también. Siempre elegí las escaleras porque mantienen en movimiento mi sangre, puedo ver más y llego más rápido.

Al fin y la puerta está cerrada. Gonzalo, el profesor, quien nos indico que se le puede llamar así para las confianzas y la buenaventura del salón de clases y a quien nadie ha intentado tutear y es más creo porque no se acuerdan. Es comprensible el profesor y sé que me dejará entrar.

La manija de la puerta gira, el viento de este sexto piso que me empuja, esa extraña luz que me da el encuentro, luz que me ciega a pesar de estar afuera. Miro a todos como si me conocieran, entonces que me doy cuenta que no hay una maldita carpeta, ¿porque?, ¿esto es aceptable en una universidad particular que se caracteriza por dar otro tipo de atención a estudiantes que pagan por su educación?, si la clase pasada hasta juraría que sobraban asientos. No me agrada cruzar el salón y llegar a los últimos asientos y no encontrar alguno, puta mare digo en voz baja, saludo al único que conozco y me dice que tengo que ir al salón 606 ha traer carpetas por no hay; dejo mi mochila en el suelo, intento salir por la puerta de atrás y esta puerta que sí funciona esta cerrada y bien cerrada, intento no desesperarme y vuelvo a cruzar todo el salón, le digo al profesor con un poco de torpeza que voy a traer una carpeta, salgo y no puedo más y lo digo un poco más claro, puta madre, y no dejo de repetirlo ¿y ahora adonde?, ¿que puerta toco?, aproveché y me fui al baño para mojarme, ahora que estoy menos caluroso por la maratónica subida que di por las escaleras buscare una solución en la dirección de la escuela, salgo del baño y logro ver a una de las secretarias de la escuela; pues no me imaginaba estar mendigando de salón en salón “una carpetita por favor”, ¡señorita, disculpe! y se vuelve a mi y le digo que no tengo carpeta “sí, ya se” me dice, me da la espalda y la sigo, mira en un salón y la intenta abrir pero no se puede, hace un movimiento con la mano por la ventana de la puerta llamando la atención y al profesor que da la clase le importa un bledo quien sea y no la mira, la señorita hace una mueca y balbucea, avanza y vamos a la siguiente puerta, me pregunto ¿quien se decidirá en comprar su atención?, en la siguiente puerta el profesor un tanto distraído la dejó sin seguro, me dice que la espere y entra, me imagino que le dice que sí le puede prestar una de las carpetas vacías, ahora se va para la puerta de atrás, abre y me dice llévate esta de acá, entonces, cargo mi silla por el pasillo situación que no me agrada hacer por que mi intención es llegar y encontrar al menos un asiento vacío; llego a la puerta de mi salón, el profesor me dice que pase, pongo la silla adelante y tengo que traer la mochila que deje atrás, así que otra vez a cruzar todo el salón, tomo la mochila, vuelvo a cruzar. Esta situación es incomoda porque se pierde la atención y el orden; me siento y un profundo suspiro me sale de entre los labios. Un al fin entre labios y un al fin mental y al fin la espalda.

Miro por la ventana que da a las fábricas que quedan a espaldas de la universidad, no he encontrado inspiración en este día y el sol ha terminado por salir otra vez desgraciado, otra vez mas amarillo que nunca y que se come todo y todo se ha perdido en su brasa. Se iluminan las cabezas de las fábricas y por su garganta las calderas hacen bocanadas de humo blanco, gris y marrón. Los vientos de este cono se meten por la ventana, por los ojos y la boca y son puntos brillantes provocados en este martes de abril, que por poco me engañan en este verano que empieza mentiroso y no se va. Otoño no tienes cuando llegar puntual. Otoño aquí en abril ya queremos empezar sin ti.

jueves, 24 de junio de 2010

MOTOTAXIS: UN MAL NECESARIO (REPORTAJE)


Dicen que caminante se hace camino al andar, que cuando te sientas cansado debes de tomar asiento y mirar a las palomas volar en este cono norte. Los cerros pueden ser verdes, profesa un pintoresco payaso en la jornada del FITECA, haciendo una maroma con piedras pequeñas y que, entre sus escaleras encontraras el corazón de un cerro dormido apunto de festejar, su fiesta patronal.

Lanchas para este asfalto lóbrego sin olas, sin surco, con orillas de tierra y que a veces nadie se atreve a enrumbar, calles incólumes de un solo sentido y sin alquitrán que nadie se atreve a ingresar. Para este medio intransitable, la necesidad creo las mototaxis.

Juan Seminario Mendoza maneja una mototaxi modelo VR - 200CC de segunda mano, la moto está adornada con estickers que condicionan al pasajero a llevarse su basura y a pagar con sencillo, una figura grosera y otra que menciona a dios como el copiloto que salva de lo imposible en la ruta de la vida. Juan vive en el distrito de Comas, tiene 21 años y un hijo de 3 años, convive con Diana desde que tiene 18 años pues apenas acabó el colegio cometió el error que a todo joven enamorado le sucede cuando el cariño es sincero y la falta de educación sexual no le preocupa; ella queda embarazada y no tuvieron más opción que empezar la vida familiar. Las pocas oportunidades que se le presentaron y la falta de apoyo familiar, lo llevaron a trabajar de cachuelo en cachuelo; junto lo que pudo y se compro una mototaxi de color azul.

Juan no pertenece a una asociación, “son muy argolleros y todo quieren cobrar y no me alcanza, prefiero quedarme así” nos dice, el pertenece al grupo de mototaxistas conocidos como “piratas”, que se dedican a recoger pasajeros tomando como terminal cualquier vereda o por donde el pasajero lo llame y que a veces por su condición de pirata tratan de convencer al imaginario pasajero para que se anime y no camine; se podría decir que son unos estudiosos del comportamiento pues ya sea por una mirada, un gesto con el brazo o el solo hecho de quedarse parado en una esquina, es una manifestación de que buscan quien lo lleve.

Son atacados eventualmente por los formales, que sí pertenecen a una asociación y ya ha tenido algún cruce de palabras altisonantes, esas riñas que suele tener hacen que no gane lo suficiente teniendo que buscar a los pasajeros con su setenta céntimos la subida y cincuenta céntimos la bajada, consiguiendo al día aproximadamente de 20 a 30 soles, “trabajo en un carpintería como ayudante, si no, no me alcanzaría”.

“Nos quitan pasajeros y ellos vienen como si nada, además la mayoría son rateros”, dice Miguel Vílchez quien pertenece a la Asociación de Transporte de Mototaxis “La amistad”, “la mayoría son chibolos que roban, se hacen pasar como pasajeros, te pescuecean y con cuchillo y no se puede hacer nada”, Miguel pertenece a esta asociación hace ya más de un tres años y medio, y ha visto como ha ido aumentado con el tiempo las mototaxis, “antes se sacaba bien, 40 o 50 soles, una vez me hice 70 soles, ahora ha bajado, se saca 25 a 30 soles más o menos, hay mucha competencia y muchos piratas” indica.

Desempleado desde los 30 años, pensó que tenía el trabajo seguro y lo más seguro fue que lo despidieran, luego de 6 años de laborar fielmente como tornero y fresador. Con su liquidación compro una mototaxi, ya que vio en ese transporte un ingreso inmediato para solucionar su falta de trabajo. Padre de 2 hijos en plena etapa escolar, no podía darse el lujo de buscar un nuevo empleo y que le pagaran igual o mejor; aposto por el modelo conocido como torito, modelo de mototaxi muy usado en la India y que la mayoría de empresas que exportan motos de este tipo, son de halla.

“Con lo que ganaba junte mi plata y puse una tienda en mi casa, mi esposa trabaja ahí”. Nos dice mientras mueve su moto para que la fila siga avanzando. Él es el tercero de esta formación de diez motos y que poco a poco se van formando otras más; uno tras otro hasta que le toque el turno. Algunos juegan a las cartas para entretenerse o se bromean socarronamente hasta el ridículo, a otro se le nota la cara de sueño y las manos sucias por las monedas, hacen bostezos largos y escandalosos estirando los brazos, otros se quedan callados y sentados en su posición de pilotos prestos a arrancar. Se logra ver sobre las partes de metal el corrosivo avance del oxido sobre el caparazón de los toritos.

“Estaba apurado, así que tome la primera moto que vino”, nos dice Giacomo Martínez, de 27 años, que vive en el distrito de Comas y que fue asaltado por un mototaxista. “Eran como las 7 de la noche, estaba en el paradero, no venia ninguna moto, de la nada se aparece una moto de color azul con blanco, había un chibolo con gorra que era el que manejaba y otro pata a su costado, subí a la moto, le dije que bajaba en Jr. Cañete, se detuvo una cuadra antes y ahí fue cuando me robaron; sacaron un cuchillo y me quitaron la mochila”. “Ahora solo tomo las motos de color rojo que están en el paradero”. Así como Giacomo, Roberto Huamán, estudiante universitario de 27 años nos cuenta su experiencia, “Estaba caminando por la Av. España escuchando música con mi mp3, como a las 9 de la noche, justo en el cruce de la Av. España con Jr. Alvarado, me cierra el pase una moto roja con blanca, salen 2 chiquillos, me tumbaron al piso y se llevaron mi mp3 y el celular”.

Joe Vicente es un taxista de 36 años. Aquella noche conducía desde Centro de Lima hacia Comas; la Av. Túpac Amaru tenía un tráfico moderado, al subir por la Av. Puno todo era tácito y no se predestinaba nada, "fue rápido, parecía una película de acción" dice, no fue grave pero es contundente para quien no lleva el cinturón de seguridad puesto; una mototaxi venia a gran velocidad y no se percató que por la pista no solo transitan ellos, "era una moto y el tipo traía un corte en la cabeza por haber chocado con el parabrisas, lo lleve al seguro, pero no tenia SOAT y no querían atenderlo, fuimos a la comisaria y le retuvieron la moto porque no tenia licencia", "no puse la denuncia era suficiente con la retención de la moto". El carro tiene una abolladura en la puerta lateral izquierda, es reparable" acota.

La inseguridad de su diseño, las tarifas indefinidas, conductores que en algunos casos son menores de edad que no tienen una licencia de conducir o no conocen la importancia de este, conductores altaneros y antihigiénicos, luces de neón y altoparlantes a todo volumen, provocan que cierta parte de la población no estén conformes con este transporte.

Son de fácil acceso a vías, que autos y micros no pueden llagar y que no llegan más rápido. La competencia desmesurada hacen de este servicio uno de los más solicitados como empleo, pues no se necesita de habilidades o cualidades para conducir una mototaxi, ni estudios previos, tampoco se les pide someterse a las normas de seguridad establecidas a pesar de la ley promulgada en el año 2006 que sanciona con papeletas de 170 soles (5% de una UIT) y mucho menos consideración con el seguro vehicular porque muchos de ellos no tienen un SOAT (Seguro Obligatorio de Accidentes de Tránsito) o un AFOCAT (Asociaciones de Fondos Regionales o Provinciales contra Accidentes de Tránsito) y su importancia, siendo un transporte que promueve la inseguridad, pues no hay entidad que los regule y que recae en la responsabilidad de la entidad municipal del distrito.

En los paraderos de la Av. Grau, Paradero Santa Rosa del distrito de Comas  entre otros visitados, para este reportaje, no existe señalización que especifique de que ese lugar está destinado como paradero autorizado para mototaxistas, entonces se asume de que ese lugar ha sido invadido, quiere decir que las asociaciones son sindicatos que defienden intereses y objetivos para el mototaxista y no regulan el orden y el servicio que ofrecen?

Actualmente solo en el Distrito de Comas existen 44 asociaciones y empresas de transportes en vehículos motorizados legalmente compuestos y con sus respectivos permisos vigentes, siendo un total de 3,207 vehículos mototaxis, sin considerar las unidades informales (piratas), los cuales según evaluaciones realizadas por la Sub-Gerencia de Transito y Transportes de la municipalidad de Comas, podrían igualar al 50% de las unidades formales.

Muchos de estos casos no solo acontecen en el distrito de Comas, otros distritos populosos como Carabayllo, San Juan de Lurigancho, Ate Vitarte y en algunas provincias se ven reflejados por la manifestación social de mototaxistas formales e informales y los que utilizan este transporte para delinquir, se hacen evidentes constamente sin ninguna ley que ampare el crecimiento desmedido de este transporte. Mal necesario o no, siempre están vigentes y siempre disponibles, pero vigentes al fin y al cabo, para llevarnos rápido, para presentarse en el camino que muchas veces no tiene asfalto, para ese camino se han inventado las mototaxis.