domingo, 8 de agosto de 2010

Un descanso medico por favor (CRONICA)


Mamá me enseñó que no debo de mentir, que no es necesario, que no sirve de nada, que no justifica los medios y altera todo producto, que del libre albedrío depende. Mamá perdóname, pero he mentido y lo puedo justificar.

Es un temblor suave que sobre mis párpados cae y cae sobre mis ojos, terrible, y se expande sobre mi cuerpo. Me acomodo en el respaldar de la silla giratoria, estiro mis piernas e inclino la cabeza hacia atrás y empieza el lento derretimiento de células y músculos. Un compañero de trabajo me despertó por que la supervisora se acercaba; no pude más, me levanté y me le acerqué, “Rosa no puedo, me estoy quedando dormido, es que el día de ayer me amanecí”. Era mentira, en verdad estaba cansado y del mismo trabajo de siempre una vez maá, “te traigo un descanso medico”, Rosa acepto y me fui. No aguanto mas este trabajo.

Llegué al Hospital Mariano Molina Scippa de Essalud, que como otras veces me da esa misma sensación de muerte prematura, de aciago camino, de lóbrego proceder. Todo aquel que viene, no quiere volver más o parece que todos morirán pronto esperando a que llegue el mes de su cita. Esta muerte conspira y se quiere llevar a todos a tropel, y mete a todos en una habitación de paredes blancas con pocas sillas de espera y todos a empellones se quieren sentar. Largo tiempo, largo tiempo el peruano gimió.

Hay una sala de espera condicionada en el patio del hospital, numerosas sillas de color azul profundidad del océano; soy el cuarto de una fila. El señor que está a mi diestra, es de la tercera edad o no se de qué nivel; tiene el rostro muerto, y los ojos queriendo morir también, las manos secas y burdas, una cantidad extraordinaria de cabellos blancos y otros mas que pueblan su quijada y que forman un bigote mal cortado por el olvido y mal cortado por la pena. Las personas avanzan de asiento en asiento, como si los males de emergencia se pudiesen atender así de rápido, tan rápido que las personas solo parecen entrar para recoger el ticket de atención. Es mi turno para ser seleccionado y clasificado según la prioridad de mi emergencia.

- Tengo un dolor de cabeza desde el día de ayer y me duele la nuca también.
- Desde cuando, me dice mientras registra en un gran cuaderno de hojas grandes, los datos que están en mi  D.N.I.
- Desde ayer en la noche, no he podido dormir, y sólo tomé un Doloflam.
- Toma saca tu ticket en emergencia.

Me entregó un papel que decía “Emergencia”. Logré el primer objetivo. Ingreso a lo que vendría ser la sala de emergencias, el guachimán (watchman) me abre la puerta, se le nota la panza abultada por debajo de la chompa marrón, está bien afeitado el tipo, me parece que esa sonrisa nunca se le borra de la cara y utiliza mucho el diminutivo y afectivo de "madrecita". Formo mi cola para que impriman el ticket de atención por emergencia con un doctor de medicina general. El Doctor de Medicina General es el segundo filtro de selección y clasificación, es un tipo muy ducho, conoce todo lo que tenga que ver con emergencias y lo diferencia de la palabra urgencias, discierne objetivamente una emergencia de otra, hace preguntas y ausculta sabiamente al paciente para otorgar, de ser necesario, un descanso medico. Mí descanso medico.

Creo que me he equivocado y he formado cola para ver al pediatra. Es una fila terrible, todas las "madrecitas" de Comas se conglomeran en esta formación de lágrimas, berrinches, pataletas, baberos, biberones y tetas. Una niña llora del aburrimiento y la "madrecita" arremete contra el llanto y le da sobre la mano un castigo maternal con la mano. Padres de familia que ahora toman la posta de darle en brazos comodidad y felicidad al bebe, que del puro crecimiento y desarrollo se enfermó. Se pasean, hacen sonidos con la boca como si quisieran espantar el llanto, al aburrimiento y al cuco que trajo la enfermedad. Otros que no pueden con su paciencia hacen bilis y fruncen el ceño, hablan fuerte con la "madrecita" que no entiende; balbucean probablemente groserías, se turnan la formación y se turnan los brazos para el bebe que llora por la urgencia.

La habitación donde atiende el pediatra esta cerca de la ventanilla de donde se saca el ticket para la atención, y esa organización incómoda es la causante, que ambas columnas concurran en un punto que provoca desorden. Le entrego mi D.N.I. a la señora que atiende en la ventanilla, luego me dice despectivamente "póngase para acá”, con la palma de la mano golpea la mesa y dice un poco fuerte y un poco insistente "D.N.I. !!!" inclinándose y mirando por sobre los lentes; una señora que de pura curiosidad se distrajo mirando quien iba y venia, alteraba la función de la señora de la ventanilla. Me entregó mi papel, que entre otros datos personales decía: Consulta - Emergencia.

Entro al cuarto de atención para sólo emergencias. Esta nueva sala de espera tiene solo cinco sillas y somos cuatro personas las que estamos sentadas, y tres paradas en estas cinco de la tarde.

El padre está en una silla de ruedas, el hijo lo espera detrás, hasta que les toque el turno de entrar, el padre se agarra el estomago y se queja entre dientes del perenne dolor; el hijo se acerca por detrás de la oreja y lo alienta a soportar un poco mas, "ya nos van a atender, papá", el padre abre y cierra los ojos pidiendo que esto se termine de una vez o que sea solo un mal sueño, una pesadilla en donde ya aprendió la lección, pero el dolor sigue, se acomoda en la silla, no se puede poner derecho; el hijo esta detrás y le pone una mano sobre el hombro y aprieta fuerte, el padre responde poniendo encima la suya, luego la retira para seguir sobándose por sobre la ropa y debajo de esta, para que ingrese el calor que adentro no tiene y parece que el frío de Julio congela sus intestinos y le da mas calor sobando efusivamente, parece que el dolor disminuye porque las cejas retoman su posición normal y los ojos dejan de ser oprimidos, pero el cuerpo le miente y vuelve nuevamente a arremeter contra él.

Era un pura sangre, indomable, imbatible, un dandy de los años 60 sentado a mi derecha. Parece no poder articular palabras: está severamente abrigado con una casaca que parece doblar su diseño original, tiene una bufanda hasta las narices, y en cima un gorro que le tapa las orejas. No puede caminar bien, arrastras los pasos; una mujer que le dice: "papá siéntate acá", lo lleva del brazo. No puede con su peso, hace un esfuerzo que se escucha claramente, ese sonido que sale da miedo y da en el alma mas onda; junta las manos en posición contrita, su mirada apunta a un lugar fijo en su recuerdo, que se refleja en el suelo; pregunta "quién está atendiendo?" y suena a pena porque parece que le da pena que no puedan con él, que no puedan con un mustang.

Sentada a mi izquierda se ha quedado, la bella durmiente de la sala de espera de emergencias, tiene el cabello que le tapa la cara, y la cabeza apoyada sobre la pared en que se apoyan también, este grupo de sillas, tiene los brazos cruzados a la altura de su pecho y el movimiento rápido de sus ojos indica que esta profundamente perdida en el mundo de Morfeo. Esta mujer es muy hábil, duerme profusamente y se despierta improvisadamente para saber si es su turno; lo tiene todo calculado.

Una abuela, una madre y una hija, pero solo son dos; es demasiado hermoso y da mucha tristeza; un comentario apenas articulado, dijo:"ella es la mamá y ella es la hija", no trate de adivinar, pero asumí que quien no se podía sentar y caminaba apenas era la madre y, quien se quedo parada al lado, con los brazos cruzados y preguntando cual era el nombre del doctor era la hija. La madre tenía una sonrisita que en sus años de princesa ha de haber sido la más rescatada y la más pedida en toda la comarca. Por El Toboso y La Mancha os juro que es cierto. Flaquita, el cabello corto, ondulado, de falda y chompa de color celeste, así estaba la princesa de humilde tamaño, que llega a los hombros de la hija. Ella tiene el cabello de color castaño queriendo ser rojo y está muy iluminado, tiene la piel mas clara y pecas marrones que parecen botones, adornan su tegumento, que se logra ver apenas, tiene puesto ropa que combina con el color de su cabello corto; está molesta la hija, conversa y pregunta quien es el doctor, algunos se miran y solo mueven la cabeza intimidados por la pregunta.

Entra en el acto un tipo feo, el rostro es de odio, de rabia o solo es así; en una de sus manos sujeta unas hojas y en la otra un lapicero y todo lo lleva con la misma cara, la misma cara color de canela, canela mal sembrada, sembrada en la oscuridad y en luna llena. El doctor no pide permiso y solo camina tratando de no pisar a nadie, mira su camino y mira a donde se dirige y detrás, una señora que entra con él y junta la puerta, "ese doctor tiene cara de malo", dijo de pronto la bella durmiente. La hija vuelve a pedir el nombre del doctor; una señora que en la puerta del consultorio espera, se acerca, empuja la puerta, interrumpe y le preguntan el nombre y pregunta de nuevo y otra vez con mas fuerza de voz, porque el doctor o no escucho o le interesa un bledo quien llama, pero la señora lo consigue y responde "se llama David Toledo"; el mustang indomable responde desde su osario: "Toledo, no es familiar del otro", su hija que esta frente a el ríe, y una señora que apareció también ríe y la hija y la madre también; son solo segundos inefables, segundos contra la resignación y nadie mas ríe, ni siquiera yo.

La hija que ha llegado con ganas de malhumorar el ambiente empieza con sus radicales libres: "ellos atiende por atender", "mucho se demoran, si esto es una emergencia", "para eso les pagan, no trabajan gratis", "que mala atención por dios", "debería de apurarse o sino que venga otro doctor". Dijo otras más que no recuerdo, que no recuerdo adrede.

Es mi turno, apago mi voz y me preparo; junto la puerta, no me dice nada, ni si quiera "tome asiento", termina de hacer un registro en el mismo cuaderno de hojas grandes, me pide el D.N.I. y tomo asiento, me pregunta que es lo que tengo, le digo que me duele la cabeza desde el día ayer y que me duele la nuca; no se si mi rostro reflejaba aflicción pero eso intentaba, pero aun así ni con la mejor actuación del mundo, ni emulando a Giovanni Consiglio "Pagliacci", se podría conmover a este cara de diablo. Termino por decirle lo que tengo, me escucha atentamente, entonces su rostro me parece una fachada, una careta que encubre su verdadera intención, se pone de pie, me dice que despeje mi brazo, saca sus aparatos para medir la presión, mi dolor imaginario es en otra parte, pero el es el doctor y de medicina general, conocedor de todo un poco; ajusta la válvula y empieza a bombear aire, suelta el aire y mira su reloj y la válvula, retira sus aparatos se sienta y no me dice nada, se sienta saca unos papeles, uno de ellos dice "Receta Medica Múltiple", le digo con voz sumisa mientras escribe, "usted cree que me pueda dar un descanso medico, es que el día de hoy tuve que pedir permiso en el trabajo para poder venir", "no, (me interrumpe) no amerita un descanso medico, tu no tienes otra cosa que estrés y cansancio"; este tipo me da miedo, es un brujo desgraciado, adivino exactamente lo que me pasaba, pero reflexione en mi objetivo, "pero es que he pedido permiso en el trabajo y no quiero que me descuenten", "no te voy a dar el descanso" sentencio; eres un cara de diablo dos veces, solo lo mire y salí con otra velocidad, no podía hacer nada, no tenia un plan B. No me di cuenta de quienes quedaban ni me interesó; salí y la luz de las doce y cuarenta, nublada y terrible, mire el papel: la firma y las pastillas, la hoja blanca y las letras negras, con las dosis y el sello del diablo.

Paro la mototaxi, me subo y le digo que me lleva a la avenida; no pienso regresar más a este lugar, me rindo, a finales de este mes renuncio.